El silencio, lo no visible y lo permanente… Estos elementos toman sentido a partir de dos sistemas escultóricos que se ordenan, paradójicamente, en dispositivos que buscan la singularidad y lo poético. Cada uno de estos dispositivos actúa bajo procesos -alternando ligereza y gravedad- para enunciar una búsqueda o un encuentro de tensión. Es decir, existe una serie de reglas y acciones que en su desarrollo e intención, van definiendo la imposibilidad de la certeza de un resultado. De la misma manera, estos métodos permiten generar un desplazamiento simbólico de los materiales como recursos para activar una dimensión de juego. Por último, estos dos sistemas se entrelazan para presentar al plano y al volumen como una condición básica modificable de los lenguajes de la pintura y la escultura.